Los puentes de Sevilla cruzan el río Guadalquivir, así como el canal de Alfonso XIII, nombre que recibe el cauce conocido como la dársena, que era, en parte, el antiguo cauce natural del río, y que cruza la ciudad, separando el centro histórico de Triana, Los Remedios y la Cartuja.
Estas modificaciones influyeron directamente sobre la construcción y localización de los puentes que cruzan la ciudad.
A principios del siglo XX el río Guadalquivir entraba en la ciudad por el norte y cruzaba Sevilla para salir de la ciudad por el sur, con un meandro muy pronunciado que dificultaba el tráfico fluvial procedente del océano Atlántico.
Ya que hasta mediados del siglo XIX, no se construyó ningún puente.
En 1578 el Conde de Barajas propuso al Cabildo, la construcción de un puente permanente argumentando el alto coste anual del mantenimiento del puente barcas, las personas ahogadas, así como los graves perjuicios ocasionados durante la ruptura del puente debida a una riada hasta su reparación, la cual se prolongó durante un mes, en el cual las mercancías no pudieron atravesar el río.
Un puente basculante que permitía pasar el canal de Alfonso XIII -la dársena-, fue desmontado en 1998.
También era basculante, pero en 1968, fue convertido en fijo, cuando la actividad portuaria, se desplazó hacia el sur.