Psicología arquetipal
Para Aristóteles, un arquetipo es un original del que se pueden sacar derivados o fragmentos.Sin embargo, en el enfoque ortodoxo freudiano de estos autores hay un reduccionismo del material mítico (lo numinoso se entiende como un simple disfraz del impulso sexual, reprimido y sublimado) que el enfoque de Jung pretende superar.La psicología arquetipal no se presenta como una corriente uniforme, sino como un grupo de tendencias que evoluciona y se desarrolla de forma constante, generando propuestas teóricas y prácticas diversas.Un ejemplo es la psicoanalista junguiana Marion Woodman, con sus investigaciones sobre los arquetipos y sueños de lo femenino y cómo afectan a estos los choques o sinergias con los arquetipos masculinos, influyendo en la vida psíquica de las mujeres.En efecto, su "psicología arquetipal" relativiza y desliteraliza el ego y se centra en la psique o alma, que constituye, junto con los archai, los patrones más profundos del funcionamiento psíquico, «las fantasías fundamentales que animan toda vida» (Moore, citado en Hillman 1991).El desarrollo de la psicología arquetipal está influido por la psicología analítica de Carl Jung así como por la Grecia clásica, el Renacimiento y las ideas y pensamiento del Romanticismo.Uno fácilmente podría incluir en esta lista a Nietzsche, Heidegger, Henry Corbin, Keats, Shelley, Petrarca y Paracelso.Aunque todos diferentes en sus teorías y psicologías, parecen estar unidos por su preocupación común por la psique.Según Hillman, «la psicología politeísta puede aportar una diferenciación sacra a nuestra confusión interior».[5] Hillmann insiste en que no ve el panteón divino como una 'matriz maestra' (master matrix) contra la cual deberíamos medirnos hoy y lamentar, por tanto, nuestro empobrecimiento.El alma «es una perspectiva, más que una sustancia, un punto de vista sobre las cosas... (es) reflexiva; media en los acontecimientos y establece diferencias...» (1975).Hillman no cree que los sueños sean meros residuos aleatorios o restos de la vigilia (como sostuvieron los fisiólogos), pero tampoco cree que los sueños sean compensaciones de la pugna de la vigilia, o que contengan mensajes "secretos" sobre cómo debería vivir uno, como hizo Jung.Hillman (1983) describe así su posición: La serpiente del sueño no se convierte en otra cosa: no es ninguna de las cosas que menciona Hillman, ni tampoco un pene (como quizá habría sostenido Freud), ni la serpiente del Jardín del Edén (como, sugiere Hillman, habría propuesto Jung).Complementa la noción de crecimiento con la noción de crecer hacia abajo, o arraigar en la tierra y quedar conectado a ella, en orden a que el individuo crezca aún más.Hillman incorpora la lógica y el pensamiento racional, así como la referencia a historias de casos de personas bien conocidas en la sociedad, cuyos daimones se consideran claramente expuestos y materializados, en la discusión sobre el daimon.Cada volumen está estampado con un dibujo del artista estadounidense James Lee Byars:[6][7]