Entre los productos fitosanitarios se incluyen también los defoliantes, desecantes, coadyuvantes y las sustancias reguladoras del crecimiento vegetal o fitorreguladores.
Su empleo está en la base de la denominada «Revolución verde» desde mediados del siglo XX.
También pueden llegar a ser peligrosos para el consumidor y pueden producir una intoxicación alimentaria si se han utilizado en exceso o de forma incorrecta, o no se han respetado los periodos de tiempo necesarios para su degradación.
Estos primeros son respetuosos con el medio ambiente, y utilizados como elementos para el control de los cultivos.
La agricultura ecológica es una alternativa sostenible a la aplicación de productos fitosanitarios químicos,[11] demostrando ser menos perjudiciales tanto para la salud pública como para el medio ambiente.