Al inicio estas comisiones estaban formadas solo por clérigos de Roma, pero luego, debido a las quejas que esta decisión hizo surgir, se varió su composición[5] e incorporaron a los más ilustres teólogos del tiempo con algunas excepciones importantes como Newman y Döllinger.[6] Al concluir sus trabajos, estas comisiones habían elaborado cincuenta esquemas bastante heterogéneos.Desde el inicio, Pío IX a través de La Civiltà Cattolica buscó crear gran expectación sobre el tema de la infalibilidad pontificia, doctrina que debía reforzar la autoridad del papa.Se invitó a participar a los jerarcas de la Iglesia ortodoxa (por medio del breve Arcano divinae Providentiae consilio) y a los líderes de denominaciones protestantes (por medio de la carta Iam vos omnes), pero ambos rechazaron la invitación alegando que la forma usada para ello los denigraba.Franzelin y que fue ásperamente criticado por su carácter demasiado académico, impropio de un concilio.Todos fueron rechazados y volvieron a sus respectivas diputaciones sin que para el 22 de febrero nada hubiese sido aprobado.Henry Maret desde la Sorbona hablaba de una infalibilidad del papa en unión con los obispos, etc.Estos se organizaron y formaban más o menos un quinto de los padres conciliares.También se adaptó la normativa del concilio permitiendo que los documentos fueran aprobados por mayoría simple y no por la unanimidad tradicional, lo cual generó nuevas discusiones dentro y fuera del concilio.En realidad se trataba de tres grupos: los contrarios al dogma en cuanto tal, los que no lo consideraban oportuno y los que estaban a favor del dogma.Sin embargo, las discusiones más ásperas seguían siendo las relativas al capítulo sobre la infalibilidad.[15] Luego se comenzó a discutir, hasta el 13 de julio sobre cada parte del documento.El papa Pío IX manifestó a sus colaboradores que buscaba una definición extensa que no solo tuviera en cuenta las definiciones pontificias ex cathedra[16] y contaba con el apoyo de jesuitas y del Card.Pero la asamblea conciliar se opuso a esto y se discutió solo si sería necesario el consenso explícito de los obispos para que una decisión papal fuera infalible.Los resultados fueron: La discusión sobre la necesidad del consenso de los obispos se prolongó con diversas vicisitudes.Varios obispos se presentaron al papa para pedirle que cediera en este punto pero no obtuvieron respuesta favorable.El esquema propuesto, que había sido redactado por los padres Franzelin y Clement Schrader, fue rechazado.