Posesiones de Aix-en-Provence

30  Su tío Cristol Gaufridi, párroco de Pourrières, convenció a sus padres para que le hiciesen tomar los votos.

30 A los 17 años y afectada por una depresión, Madeleine fue enviada de regreso con sus padres varias veces.

Sus superioras y el confesor del convento investigaron las causas; finalmente la religiosa confesó que había sido privada de su virginidad y que había hecho un pacto con el Diablo.[1]​: p.

Ante estos síntomas se prescribió un exorcismo para expulsar a los demonios que supuestamente habitaban en su cuerpo.

Estos acontecimientos perturbaron tanto la vida del convento que otras tres religiosas pronto se declararon poseídas por demonios, aumentando el número de posesas a ocho para finales de año.

Los monjes llegaron rápidamente a una conclusión: Madeleine estaba poseída por una multitud de demonios bajo el liderazgo de Belcebú y Astaroth, mientras que Louise solo estaba poseída por tres subordinados: Verrine, Sonneillon y Grésille.[4]​: p.

30-31 En cuanto a Verrine, este continuó exponiendo a través de Louise los dogmas del cristianismo; como ella entendía y hablaba latín, comentó irónicamente: «Los padres de Louise, que eran herejes, sin duda habrán enseñado a su hija, que solo recientemente aprendió su Confiteor, el latín para exorcismos».[4]​: p.

365  Las dudas sobre la posesión de Louise, considerada una niña ignorante e ingenua, dieron paso a la más absoluta certeza cuando esta dijo «cosas admirables de las que aquí no podemos dar una idea».[4]​: p.

366  El padre Billet, uno de los inquisidores, instó en una carta a los sacerdotes de la doctrina a acudir rápidamente para escuchar «cosas verdaderamente inauditas y tan hermosas que uno difícilmente las creería si no las viera.

Incluso se llegó a proponer que el caso fuese disuelto en un sínodo después de haber sido declarado vano y falso.

374 El gran inquisidor Michaelis seguía decidido a probar la culpabilidad del sacerdote.[4]​: p.

32 En Aix, Madeleine fue entregada una vez más a los inquisidores, quienes examinaron nuevamente su cuerpo en busca de las marcas diabólicas.

376  Gaufridi negó las acusaciones rotundamente, exclamando «por Dios Padre, por Dios Hijo, la Virgen, San Juan...», lo que le valió la siguiente respuesta por parte de Madeleine: «Conozco este juramento, por Dios Padre, te refieres a Lucifer, por el Hijo, Belcebú, por el Espíritu Santo, Leviatán, por la Virgen, la madre del Anticristo, y por San Juan, el precursor del Anticristo.

376  Esa misma noche los médicos desnudaron a Gaufridi para buscar en su cuerpo marcas diabólicas; después de vendarle los ojos, le pincharon en varios puntos y redactaron un informe oficial.

Sin embargo esta tesis fue descartada por Michaélis, quien consideraba a Gaufridi culpable.[4]​: p.

377 Tan pronto como se dio inicio al juicio, Madeleine, mientras se balanceaba mecánicamente, denunció a Gaufridi como hechicero y adorador del Diablo, acusándolo también de canibalismo y suplicándole, tras volverse hacia él, que le dijese una palabra dulce.

373  Gaufridi fue llevado a la sala del tribunal, habiendo sufrido tortura durante su estancia en prisión.

377  La retractación, a los ojos del tribunal, era no obstante inútil, pues la confesión firmada y el pacto de lealtad eran pruebas suficientes para condenar al sacerdote a ser quemado como culpable de brujería, hechicería, impiedad y lujuria abominable.

Varios testigos [...] habían declarado que Gaufridi fue al aquelarre, después de haberse frotado con cierto aceite mágico, y que luego regresó a su habitación por el tiro de la chimenea.

Mientras se leían estas declaraciones, se escuchó un gran ruido en la chimenea, y al instante todos los jueces vieron salir de ella a un hombre alto y negro que sacudía la cabeza.

En cuanto a mí, que me quedé en el despacho, le pregunté quién era, y me respondió muy asustado, que era un deshollinador que después de haber deshollinado la chimenea [...], cuya tubería se unía a la de la sala Tournelle, se había equivocado en el camino hacia abajo, y había pasado por la chimenea del Parlamento».

[8]​ El 1 de abril, Viernes Santo, Gaufridi, según Michaelis, se arrepintió «tocado por la gracia».

Durante toda la Cuaresma se le había impuesto la presencia de dos capuchinos que le habían exhortado a reconocer sus crímenes; el sacerdote finalmente sucumbió y declaró: «El Demonio me acusa del delito de brujería, es verdad, porque soy brujo».[4]​: p.

En los días siguientes, otras supuestas poseídas anunciaron estar curadas (en el caso de Louise, Sonneillon y Grésille desaparecieron, quedando únicamente Verrine).

Madeleine se defendió enérgicamente, si bien durante su segundo juicio fue hallada en su cuerpo nuevamente la marca del Diablo, lo que le valió ser condenada a cadena perpetua.

Grabado de Sébastien Michaëlis, por Cornelis Galle II (siglo xvii ).
Convento de los dominicos en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume.
Busto de Guillaume du Vair (anónimo, c. 1621).
Antigua fotografía de la Plaza de los Predicadores. La columna señala el lugar donde Gaufridi fue ejecutado.