También pueden ser requeridos para mediar entre dos o más grupos de manifestantes con ideales opuestos y evitar que estos se hagan daño entre ellos y a personas no relacionadas, prevenir altercados en grandes eventos o protección de personalidades.
Por este motivo es que sus funciones se centran normalmente en la prevención, el control y en caso de ser necesario, la restauración del orden.
En algunos casos los oficiales también pueden cubrir sus rostros, dejando muchas veces solo sus ojos a la vista, para proteger su identidad y evitar represalias.
También es común portar máscaras antigás en caso de que se lancen agentes químicos al ambiente durante la protesta.
Además en París, Napoleón III diseñó las llamadas "calles antidisturbios", que son grandes calles o avenidas que fueron situadas en barrios problemáticos para ayudar a la movilidad de las fuerzas del orden, en especial de la caballería.
Normalmente los oficiales lanzan granadas que contienen este tipo de gases a las multitudes para así disolverlas.
También es común que los policías realicen cargas frontales contra los manifestantes, a veces con la ayuda de vehículos o caballos.