Cuando tenía catorce años murió su padre, y madre e hija se vieron obligadas a ganarse la vida haciendo bordados y otras labores, tarea que Pascual alternaba con las lecturas.
Trasladados a Lérida, abrió con éxito una escuela privada de niñas, pero, viuda a los 30 años, decidió ingresar en el Magisterio público, donde las garantías de seguridad laboral eran más elevadas.
Esta constatación la llevaba a proponer que los valores y el comportamiento moral de las mujeres tenían que convertirse en un modelo a imitar por parte de los hombres.
[2] Pascual se relacionó con feministas catalanas del siglo XIX, puesto que colaboró en la primera revista de mujeres escrita en catalán, El Llar, donde también participaron Dolors Monserdà y Josepa Massanés, pero la actuación que más la puede definir como una feminista de sus tiempos, es la propia trayectoria profesional.
Con el paso de los años se fueron añadiendo a la petición muchas voces.