Sus aptitudes intelectuales, impidieron ser objeto de discriminación, y sus profesores le ayudaron en su promoción profesional, como el catedrático Fernando Ramón Ferrando, marido de María Moliner.
Durante el curso, 1929-30, se trasladó a Valencia para continuar la carrera, donde pudo encontrar otras chicas universitarias en la Residencia de Escolapias en la que se alojaba, dejando el aislamiento que había sufrido en Murcia.
[6] Acabada la tesis en 1935, obtuvo una beca para marchar al Instituto de Física Teórica Niels Bohr en Dinamarca, un centro pionero en la desintegración artificial del átomo, para investigar bajo la dirección del profesor Georges von Hevesy.
[7] A su vuelta a España contaba con dirigir los estudios sobre radiación artificial en España, pero el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 dio al traste con todos sus planes.
Además, fue nombrada Auxiliar de la Cátedra “Estructura atómico-molecular y Espectroscopia” en la Universidad Complutense.
Para su decepción sólo dos de los varones consiguieron una plaza,[8] lo que le hizo replantearse su dedicación a la universidad.