Pedro de Cisneros

Aunque tratado con desdén por Chandler R. Post, atendiendo a la «pobre personalidad artística» que se advierte en la única obra documentada que se ha conservado: el retablo de la capilla del arcediano Morales en el convento de Santa Clara de Toledo, en el que trabajó entre 1535 y 1538, Cisneros se manifiesta en él como un estrecho seguidor de Juan de Borgoña con algunas notas singulares, como un novedoso interés por el paisaje.

En su testamento, dado en octubre de 1546, declaraba que el ya fallecido Juan de Borgoña le adeudaba seis ducados, que disponía se les perdonasen a sus herederos al tiempo que encargaba algunas misas por su alma, «porque yo aprendí con él (...) y demás de esto tuvymos algunas obras en companya».

[2]​ Las noticias relativas a su actividad recogidas en el testamento indican un volumen de trabajo considerable, interrumpido por una muerte temprana.

Aún vivía su padre, que le administraba algunas propiedades y renunciaba a heredarle, y dejaba por heredero universal a su hijo Pedro, hijo natural y menor de edad, a quien ponía como curador a Alonso de Orense, que le había de enseñar el oficio de tejedor de terciopelo.

Como albacea nombraba junto con el citado Alonso de Orense a Juan Correa de Vivar.