Desempeñó sus puestos de diplomático en Londres, Washington D. C., París, Lisboa y Manila.
En 1997 la Real Academia Española le concedió el Premio Fastenrath por su monumental biografía Vida de Galdós.
Luego, de adolescente, me centré en Baroja, pero al final siempre volvía a Galdós.
Su pasión galdosista le llevó a comprar el inmueble al panadero que hasta entonces había sido su dueño.
Gracias a la restauración hecha por un hermano suyo arquitecto, pudo amueblarlo tal y como había sido descrito por Galdós en la novela.