Según sus ideas, es necesario dar una concientización al oprimido a través de la educación.
Se debe dar más importancia a la educación dialógica o conversacional, que a la curricular; asimismo, debe dar importancia a la praxis en la actividad educativa[2] La perspectiva de la educación de la liberación se ubica en una horizontalidad de las relaciones humanas, y que, por tanto, implica el diálogo y la continua reflexión acerca de la propia realidad a lo largo del proceso educativo.
Por todo esto, en el método pedagógico freiriano, al mismo tiempo que una persona adulta aprende a leer y escribir, recupera el dominio de la propia vida y analiza, mediante una reflexión en común con otros seres humanos, su realidad.
No en vano, decidió utilizar un término procedente del ámbito económico, pues la educación bancaria ve en todo momento al alumno como una inversión la cual tarde o temprano deberá entregar retribuciones, ya sea como mano de obra barata o como sujetos productores y poco pensadores.
Gracias al diálogo en este tipo de educación los educandos y el educador tienen la posibilidad de expresar sus creencias, opiniones, y conocimiento; contribuyendo con la discusión al pensamiento crítico que permite tener una posición frente a diferentes temas.
Es a partir del diálogo que tanto educandos como educadores logran conocer las ideas de cada uno, respetándolas pero teniendo derecho a criticarlas y cuestionarlas de forma respetuosa e inteligente.
Este tipo de educación parte de la historia de los hombres reconociéndolos como seres inacabados con una realidad inacabada, implica la negación del hombre abstracto, aislado del mundo, ya que propone una relación hombre-mundo simultáneamente, que permite al hombre la comprensión del mundo en evolución.
La pedagogía liberadora dialógica de Freire busca generar conciencia y alimentar la capacidad crítica de reflexión para que cada actor tanto educando como educador logre describir y poder expresar sus voces.