Paul Sacher

En 1941 fundó el Collegium Musicum Zurich, del que sería director artístico durante más de medio siglo, hasta su disolución en 1992.

Los fondos incluyen colecciones completas de varios de los compositores más importantes del siglo XX, como Witold Lutoslawski, György Ligeti, Pierre Boulez, Luciano Berio, Anton Webern y muchos otros.

En 1988 había sido distinguido con un doctorado honoris causa por la Universidad de Oxford.

Aunque Paul Sacher nunca hubiera cogido una batuta ni fundado una orquesta o institución musical, merecería un lugar en la historia de la música del siglo XX tan solo por el impulso que dieron sus numerosos encargos.

Un catálogo publicado con ocasión de su septuagésimo aniversario enumeraba 88 obras que vieron la luz a comisión suya,[2]​ aunque otras fuentes elevan la cifra total a casi trescientas.

[3]​ Aunque una lista exhaustiva sería imposible, en ella se cuentan obras de Stravinsky (Concierto en re, de 1946, y la cantata A Sermon, a Narrative and a Prayer, de 1961), Bartok (además de la Música para cuerda, percusión y celesta, el Divertimento para cuerda, de 1939, y el Cuarteto n.º 6), Martinu (Doble Concierto, 1940), Honegger (entre otras muchas, la Segunda Sinfonía y la Cuarta Sinfonía, subtitulada Deliciae Basiliensis), Hindemith (Sinfonía "La Armonía del Mundo"), Richard Strauss (Metamorfosis, 1945), Benjamin Britten (Cantata Académica, 1960) y un largo etcétera de compositores, entre ellos Hans Werner Henze, Lutoslawski, Elliott Carter, Wolfgang Rihm y el español Cristóbal Halffter.

Así, con motivo de su septuagésimo aniversario, su buen amigo Mstislav Rostropóvich encargó a doce compositores del círculo de Sacher otras tantas obras para violonchelo que tuvieran como tema las seis notas que, en notación germánica, forman el nombre de eS-A-C-H-E-Re (mi bemol, la, do, si, mi y re).