Se corresponde más o menos con el actual Paseo de Picasso.
La primera estaba dedicada a Aretusa; la segunda presentaba al dios marino Forcis luchando con un tritón; la tercera mostraba una Nereida cabalgando sobre un delfín; y la cuarta, en el extremo norte del paseo, estaba dedicada a Hércules.
Durante varios años, entre la fortaleza militar y las casas supervivientes quedó una gran explanada de terreno yermo, que se destinaba a maniobras y a las ejecuciones de reos.
No obstante, en los años siguientes se realizaron varias modificaciones; especialmente en 1802, con motivo de una visita del rey Carlos IV, cuando se reemplazaron las dos fuentes de los extremos del paseo por otras más monumentales.
En 1928 fue trasladada unos metros más al norte, en el cruce del Paseo de San Juan con la calle Córcega, donde se mantiene en el actualidad.