En el año 823, coronó en Roma a Lotario I como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Durante su pontificado tuvo que hacer frente a la segunda crisis iconoclasta que desde 814 vuelve a aparecer en Constantinopla, bajo el mandato del emperador bizantino León V el Armenio, y que debido a las persecuciones sufridas provocó una importante afluencia de monjes griegos a Roma, y que encontraron refugio en los monasterios, recién construidos, de Santa Práxedes, Santa Cecilia, Santo Stefano de Pinea y Santa Maria in Domnica.
En 823, coronó al hijo de Ludovico, Lotario I, como emperador corregente con su padre.
Durante su pontificado, realizó el traslado de muchas reliquias de mártires a las iglesias y monasterios romanos y prestó ayuda a los cristianos de Palestina y España en sus luchas contra los sarracenos.
Pascual, que había sido acusado de haber sido el instigador de dichas muertes negó, bajo juramento, cualquier implicación pero quizás debido a esto el pueblo romano se negó a que fuera enterrado en la basílica de San Pedro.