La pascalina fue la primera calculadora, que funcionaba a base de ruedas y engranajes, inventada en 1642 por el filósofo y matemático francés Blaise Pascal (1623-1662).
El primer nombre que le dio a su invención fue «máquina de aritmética».
Pascal había sido un niño precoz, y fue educado por su padre.
En su interior, se disponían unas ruedas dentadas conectadas entre sí, formando una cadena de transmisión, de modo que, cuando una rueda giraba completamente sobre su eje, hacía avanzar un diente a la siguiente posición (un diente o un número, pues cada diente del engranaje corresponde a un número del 0 al 9).
Cada rueda constaba de diez pasos, para lo cual estaba convenientemente marcada con números del 9 al 0.
Mediante una manivela se hacía girar las ruedas dentadas.
Cuando una rueda estaba en el 9 y se sumaba 1, ésta avanzaba hasta la posición marcada por un cero.
En este punto, un gancho hacía avanzar un paso a la rueda siguiente.
No se pueden realizar directamente las sumas y restas.
Mediante una manivela se hacía girar las ruedas dentadas.
Este comportamiento puede extenderse de la siguiente manera: Aplicado a una pascalina decimal: El mismo principio es válido para las pascalinas que no sean decimales (si b es la base, el complemento a b de d a n cifras es
La barra horizontal debe estar puesta cerca del borde de la máquina (en posición suma).
La barra horizontal debe estar situada cerca del centro de la máquina, en posición de resta y entonces expondrá el complementario del número inscrito.
Entonces hay que utilizar este número y realizar una suma.
No era una máquina con método de inscripción directa (las cifras se tenían que registrar primero, y luego se ponían en funcionamiento la máquina).
En 1730, la Academia de Ciencias (en París) declaró tres máquinas inventadas por Hillerin Boistissandeau, que tenían el mecanismo de un reloj para calcular.
Las otras dos máquinas utilizaban resortes para armar la retención.