Esta zona arqueológica fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998.
Los investigadores calculan que la población probablemente llegó a tener unos 3500 habitantes, pero se desconocen su filiación lingüística y étnica.
De su extensión total solo una fracción está cercada y una menor excavada.
En el oeste de esta población hay una hilera de estructuras construidas con relleno y piedra que probablemente estuvieron cubiertas con cal pintada; esos fueron los centros ceremoniales.
En México, es más usual llamar jarro a una vasija para agua u otra bebida.
También se edificaron lugares especiales para adorar a sus dioses y acueductos para abastecerse de agua.
Se desconoce el motivo por el cual la población emigró hacia otros lugares.
Durante la fase Perros Bravos aumentó el tamaño de las viviendas, se empezaron a construir pegadas unas a otras y su base dejó de ser circular para adoptar la forma cuadrada.
Durante el período medio se transformó la organización social y el aspecto de la ciudad.
Durante la fase Diablo el asentamiento fue abandonado parcialmente e inició la decadencia a causa del hostigamiento de los pueblos enemigos, para 1340 la población sucumbe al asedio enemigo y muchos de sus habitantes fueron asesinados, eso se concluye por la cantidad de restos humanos que en posturas grotescas fueron encontrados.
Después que Paquimé hubo sido abandonada, pueblos originarios nómadas ocuparon el sitio.
En 1562, el explorador español Francisco de Ibarra señaló que había visitado regiones no exploradas y pobladas por nativos bien vestidos, que vivían en casas de adobe, se dedicaban a la agricultura y contaban con canales de riego y les sobraban alimentos.