Palacio de la Equitativa

Tras varios procesos de fusiones bancarias, acabó en manos del Banco Santander, que lo vendió en 2012 —fecha en la que fue declarado bien de interés cultural, junto con otros cinco edificios colindantes, entre ellos el edificio del Banco Hispano Americano— al grupo OHL.

[2]​ Sobre el solar más atractivo obtenido de la operación urbanística —de planta trapezoidal y ofreciendo una esquina o proa en ángulo agudo- situada en la confluencia de las calles Alcalá y Sevilla—, mostró su interés, en 1878,[3]​ una sociedad inmobiliaria francesa representada por el barón Arnoud de Rivière.

Adscrito al eclecticismo académico francés, sus fachadas estaban organizadas a la manera clásica con basamento, un cuerpo intermedio con grandes columnas exentas en algunos tramos de fachada, y cubierta amansardadas en coronación.

Según Pedro Navascués, Grases conocía sin duda alguna el proyecto de Duclos y Klein,[4]​ que fue cambiado y mejorado en la propuesta de Grases, tal como finalmente se construyó.

Tras seleccionar a Grases, le traspasó «todas las atribuciones que él tenia recibidas de la Sociedad».

[4]​ La cúpula elipsoidal de la esquina se transformó en un original torreón de cobre y forja con mirador, rematado por una esbelta cúpula bulbosa que destaca en el paisaje urbano.

El resultado fue una brillante muestra del eclecticismo académico, con un magistral empleo de nuevos materiales que preludiaba el modernismo, con un elaborado diseño que llega al virtuosismo en los detalles de cerrajería y los faroles.

Como edificio emblemático de Madrid, fue reproducido innumerables veces en postales y revistas.

[7]​ Junto a las oficinas de la empresa aseguradora, en la planta principal y una parte del entresuelo se instaló el Casino de Madrid, hasta su traslado a la nueva sede proyectada en la calle Alcalá.

Más tarde le sustituyó el Círculo de Bellas Artes.

Esa composición no tenía correspondencia con la organización funcional interna, ya que solo tres de los once arcos proyectados eran accesos reales al edificio, y el resto eran simples locales comerciales.

La cubrición se realizaba con teja plana vitrificada en color negro, solución habitual en la época para cubiertas de perfil quebrado como alternativa al cinc o la pizarra.

No obstante, en los años siguientes se habilitaron dos nuevas puertas con cancelas similares a las originales.

En el sótano se dispusieron archivos, cajas de seguridad e instalaciones.

En 1942, el Banco Español de Crédito encargó un ambicioso proyecto de reforma y ampliación del edificio al propio Javier Barroso Sánchez-Guerra y a Fernando Cánovas del Castillo.

La primera fase de obras, que obtuvo licencia en enero de 1944 e introdujo algunas modificaciones en el proyecto, fue realizada en colaboración con el ingeniero Enrique Cebrián y finalizó en 1945.

Lo más complejo y traumático para el edificio fue la sustitución parcial de la estructura interior, intercalando pilares metálicos en los muros de ladrillo, operación que se realizó sin vaciar el edificio y respetando los forjados.

Hacia 1954-1955 se ejecutó la segunda fase de la reforma, consistente en la ampliación del edificio para recuperar la edificabilidad perdida con la remodelación del patio, aprovechando el refuerzo estructural realizado la década anterior.

Hasta ese momento el edificio tenía seis plantas sobre rasante: baja, entresuelo, principal, segunda, tercera y sotabanco abuhardillado con cubierta quebrada.

Se tuvo especial cuidado en no desvirtuar el carácter de la esquina, doblando una de las impostas e introduciendo unas pilastras con ménsulas similares a las colocadas por Saldaña en la planta baja.

El resultado no alteró en exceso la composición ni carácter del edificio.

Sin embargo, las obras se realizaron de forma algo diferente, aprovechando al máximo el espacio disponible.

El Banco de Santander, propietario del inmueble, trasladó los servicios bancarios de Banesto a su nueva sede financiera en Boadilla del Monte, dejando vacío el edificio.

El Banco Santander lo vendió en 2012 -fecha a en la que fue declarado bien de interés cultural, junto con otros cinco edificios colindantes, entre ellos el edificio del Banco Hispano Americano- al grupo OHL.

Responden en sus líneas fundamentales a principios clásicos de composición, organizadas en tres cuerpos horizontales separados por cornisas y balconadas.

Abrazando las pilastras, a la altura del entresuelo, se colocan faroles de forja con globos esféricos que interpretan los modelos utilizados en el París de la época, con un diseño que raya en el virtuosismo.

Para soportar la balaustrada de piedra que separa el basamento del cuerpo intermedio de fachada, se disponen ménsulas clásicas bellamente decoradas o cabezas de elefantes, estas últimas asociadas siempre a los accesos, a los huecos principales y al esquinazo.

Actualmente abarca tres plantas, pero en origen eran solo dos, las denominadas principal y segunda.

La parte superior es un esbelto templete de finas columnillas con cúpula bulbosa.

El resto de la planta presenta un aspecto digno, pero sin otros elementos significativos.

Grabado de José Grases Riera , responsable del diseño y ejecución del palacio del Equitativa, en La Ilustración Española y Americana , 8 de enero de 1901
Viktor Tilgner , autor de La protección de la orfandad y la viudez , en una litografía de 1881
La protección de la orfandad y la viudez , en su ubicación actual en el rastro
Ménsulas con forma de cabeza de elefante
Vista de las fachadas de los edificios del Banco Hispano Americano y de La Equitativa en la calle Sevilla. Se observa cómo ambas balconadas mantienen la continuidad
Alegorías del Pasado y el Porvenir flanqueando el reloj del torreón del palacio de la Equitativa