Oswaldo López Arellano

Estudió en la “Escuela Americana de Tegucigalpa”, donde aprendió a hablar un inglés fluido.

Se enlistó en el ejército a los dieciocho años y fue asignado al Cuerpo de Ametralladoras, donde figuró junto a Fermín Ramírez Landa y Arnaldo Alvarado Dubón.

López Arellano disolvió el Congreso, prohibió la actividad política, declaró el estado de excepción y justificó su intervención por presunta negligencia del gobierno en el control de las infiltraciones comunistas, amenaza escasamente fundamentada.

Así, en febrero de 1965 se celebraron unas elecciones constituyentes y presidenciales que lo legitimaron.

Su mandato estuvo caracterizado por la fuerte contestación popular, que quiso erradicar declarando el estado de sitio, suprimiendo las garantías constitucionales, cerrando los periódicos y deteniendo a dirigentes políticos y sindicales.

Durante su gobierno, miles de salvadoreños buscaron su hogar y fuente de trabajo en el territorio hondureño; esto cambió al implementarse la nueva Ley del Instituto Nacional Agrario, en las cuales muchos campesinos hondureños se veían desprotegidos por su mismo gobierno al otorgar tierras vecinos, motivo por el cual, la ley hondureña fue modificada y se volvió severa con los inmigrantes salvadoreños, además de que fueron repatriados miles de ellos y otros que ya habían adquirido tierras legalmente, fueron despojadas de las mismas y devueltos a su país.

Por ese entonces el presidente salvadoreño, también militar general Fidel Sánchez Hernández, quien también asistió a la "Escuela de las Américas", ambos se conocían y sentían antipatía hacia el comunismo y gran afecto a la política estadounidense, y a su carrera armamentista, pues fueron los Estados Unidos de América quien proveía de armas a ambos países, objeto por el cual, la discordancia del regreso de sus compatriotas a tierra salvadoreña con las manos vacías, resultó insultante; Sánchez Hernández fue el primero en mover su ejército hacia las fronteras con Honduras en julio de 1969, también fue el que ordenó el bombardeo de las ciudades principales hondureñas que dio comienzo a la Guerra de las cien Horas o Guerra del Fútbol tildada así por excusa, debido a los encuentros futbolísticos de ambas selecciones para el campeonato del mundo México 70.