A principio del siglo XX, era ya popular en sus diferentes modelos en Francia, Países Bajos, España e Inglaterra principalmente.
En los instrumentos modernos la selección de la pieza se efectúa mediante una varilla con muescas, cada una corresponde a una partitura.
Por su facilidad de manejo, fue un instrumento popular que convivió con el piano e incluso con los gramófonos, sustituyéndolos en las fiestas populares.
En la actualidad la fabricación de estos instrumentos se continua realizando en Chile, México, Países Bajos y Francia.
Escritores argentinos como Jorge Luis Borges o Ernesto Sabato lo incluyeron en su obra con esa denominación, si bien Evaristo Carriego, que los precedió cronológicamente, permaneció apegado a la palabra "organillo".