Orden de la Escama

[4]​ Durante los siglos XVI y XVII se consideraba como fundador a Juan II de Castilla,[5]​[6]​[7]​[8]​[9]​ pero el debate sobre su creación por parte de Alfonso XI de Castilla comenzó en los siglos XVIII y XIX,[10]​[11]​ introduciendo la hipótesis de que habría sido fundada por este segundo monarca en 1318,[12]​[13]​ quien habría entregado algunas encomiendas y establecido sus estatutos y preceptos, teniendo como fines la defensa del Reino de Castilla contra los musulmanes, preservar la fe católica hasta la muerte y obedecer a su maestre.

[11]​ También se llega a considerar que fuese fundada por Alfonso XI en 1318 con la idea de perseguir a los bandoleros, y que posteriormente Juan II le diese nuevos estatutos.

[10]​ El historiador del siglo XVII José Micheli Márquez sostiene que fue fundada por Juan II, profesando morir por la fe católica, ampararla, defender el reino contra los musulmanes y obedecer a su maestre,[7]​ argumentos atribuidos en el siglo XVIII por otros historiadores a Alfonso XI para defender su fundación.

[22]​[23]​ Debió de surgir en Segovia, como guardia personal del propio Juan II ante el ambiente de inseguridad, y en aquella ciudad la orden tenía un capítulo, en ella se fabricaron y concedieron sus collares y se acuñaron las monedas que llevaban grabada la divisa.

[1]​ Micheli Márquez asegura que en 1420 la orden era tan célebre, que no había noble del reino que no fuese caballero y no gozase renta de encomienda, y que aunque se desconoce si recibió la aprobación pontificia, Juan II debió de otorgarle privilegios, pues sus caballeros se situaban en primer lugar en todas las salidas reales.

Retrato de Fernando de Antequera , ya como rey de Aragón, a quien la historiografía moderna considera fundador de la orden.
Retrato idealizado de Juan II de Castilla , que utilizó la orden como su divisa .
Vista del alcázar de Segovia con la torre de Juan II en primer plano, cuyas torrecillas superiores están forradas de escamas labradas, divisa de la orden, de la que debió de constituir la sede simbólica.