A menudo el acto de olvidar se produce por el aprendizaje interferente, que es el aprendizaje que sustituye a un recuerdo no consolidado en la memoria, y lo "desaparece" de la conciencia.Así, los recuerdos olvidados no desaparecen, sino que son sepultados en el inconsciente.A mediados del siglo XX, se pudo determinar, con razonable seguridad, que el aprendizaje era el fruto de la modificación de las conexiones sinápticas entre neuronas.[1] Las neuronas sufren cambios de potencial eléctrico, que se transmite a través de sus axones y recibidos por otras neuronas en sus dendritas.[2] Si un determinado recuerdo se evoca muy poco frecuentemente el efecto de decaimiento natural supera al efecto del reforzamiento por el uso y se produce una pérdida de efectividad progresiva de la sinapsis, que acaba por afectar a algún circuito neuronal que interviene en el recuerdo o la habilidad perdida.