Finalmente, tras el Concilio Vaticano II, los maitines y laudes fueron completamente reformados a lo largo del año.
Es posible que se celebren solo un día de la Semana Santa, en particular el Miércoles Santo,[4][5] y el número de velas, si es que se utilizan, puede variar.
En él se colocan quince velas, doce amarillas y tres blancas.
Las lecciones y salmos terminan con una inflexión de voz particular porque no se dice Gloria Patri.
[8] Las velas se apagan progresivamente conforme avanza el oficio, una vela después de cada salmo, que simboliza que los apóstoles y las marías se fueron apartando o abandonando a Jesús sucesivamente cuando le vieron en poder de los romanos.
[8] A lo largo de los siglos, numerosos músicos compusieron para estos oficios, pero tras las reformas posteriores al Concilio Vaticano II apenas es posible oír estas piezas dentro del contexto litúrgico para el que fueron escritas.
[9]Muchos compositores, entre ellos Palestrina, Tallis y Lassus, han puesto música polifónica a Las Lamentaciones del Profeta Jeremías.
En el siglo XX, Ernst Krenek escribió una Lamentatio Jeremiae Prophetae, op.