En otros países donde históricamente la profesión recibía la designación de navegante, esta cambió de nombre al desarrollarse en un cargo más complejo y con más responsabilidades que la mera navegación aérea.
En los primeros años de la aviación militar, las aeronaves biplaza contaban con un piloto y un disparador (el cual muchas veces ocupaba el asiento delantero para mayor cobertura del espacio aéreo y un mejor apunte).
Algunos tenían (y siguen teniendo en la actualidad) dos configuraciones posibles, monoplaza y biplaza, según el objetivo que se les daba a la hora de su fabricación.
A partir de la década de 1970, y más marcadamente en el siglo xxi, los cazas biplaza modernos, la mayoría de cuarta generación, como los F-15E Strike Eagle, F/A-18F Super Hornet o Su-34, y otros de quinta generación, como el F-22 Raptor, cuentan con un ordenador a bordo que controla tecnologías cada vez más avanzadas, y pantallas multifunción programables.
Estos avances permiten al navegante mucha más flexibilidad y poder tener acceso a una cantidad de información mucho mayor que anteriormente.
Aunque dichas características son accesibles también al piloto de un caza monoplaza, las aeronaves biplaza sirven para misiones complejas que combinan múltiples acciones a la vez, donde un único tripulante no es suficiente.
[1] Tanto piloto como navegante, junto a los sistemas del avión, trabajan como una unidad cohesiva para conseguir el objetivo marcado.