La lengua en la que se publicaron los cuentos de hadas logró un equilibrio en el sentido de que, si bien no conservaba su forma dialectal original en su totalidad, sí importaba ciertos rasgos no daneses (palabras dialectales y ciertas construcciones sintácticas).
[1] Asbjørnsen y Moe se inspiraron en los hermanos Grimm, los célebres coleccionistas de cuentos folclóricos alemanes, no solo para emular su metodología, sino que, alentados por ella, su esfuerzo fue una obra de importancia nacional, especialmente porque los Grimm elogiaron abiertamente los Norske folkeeventyr.
[cita requerida] Además, Asbjørnsen y Moe no publicaron los cuentos populares recopilados en bruto, sino que crearon versiones "recontadas", tratando de reconstruir la Urform perdida de los cuentos, si bien las alteraciones realizadas no fueron tan drásticas como las que los Grimm se permitían a veces.
Tuvo una acogida suficientemente buena y fue defendido por P. A. Munch en un periódico alemán.
[a] En ediciones posteriores, Werenskiold y Theodor Kittelsen se convirtieron en ilustradores prominentes.
Kittelsen era un artista desconocido para cuando empezó a colaborar en el proyecto por recomendación de su amigo Werenskiold.