Falla comenzó esta pieza como un conjunto de nocturnos para piano solo en 1909, pero el pianista Ricardo Viñes le sugirió que transformara los nocturnos en una obra para piano y orquesta.
Falla la terminó en 1915, dedicándosela a Ricardo Viñes.
La parte del piano es elaborada, brillante y elocuente, pero raramente dominante.
Se trata de la obra más impresionista del maestro gaditano.
La obra original está escrita para: piano, 3 flautas (la 3ª también con piccolo), 2 oboes, corno inglés, 2 clarinetes, 2 fagotes, 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales, platillos, triángulo, celesta, arpa y cuerdas.