Su obra restauradora alcanza a casi todos los templos de Tenerife.
Una característica de Nicolás fue la de dejar siempre en todas las obras una serie de largas inscripciones e interminables plegarias.
La cual había sido enviada para su restauración a La Orotava por el arcipreste José Francisco Hernández Ayala, y el escultor alteró significativamente la fisionomía de la imagen.
[2] Los fieles de la imagen mariana juzgaron que la talla había sido cambiada.
Fue creada una comisión para examinar la imagen, y el escultor Nicolás Perdigón ofreció datos de la autenticidad de la talla.