Cuando las potencias del Eje −Alemania, Italia y Japón− consolidaron su alianza militar al declarar la guerra a los Estados Unidos de manera conjunta el 11 de diciembre de 1941, los japoneses propusieron un acuerdo territorial respecto al continente asiático con las dos principales potencias europeas del Eje.
Inicialmente, a los alemanes no les gustó esta propuesta, ya que sus diplomáticos temían que fuera un frente para establecer un precedente para la delimitación específica de esferas políticas.
Esta frontera arbitraria fue aún más criticada por la oficina de economía militar de la Wehrmacht (Wi Rü Amt) porque atravesó territorios y estados que comprendían unidades económicas orgánicas cuyas partes dependían mutuamente entre sí.
Sin embargo, se desconoce si las potencias del Eje negociaron formalmente una segunda línea de demarcación posible y complementaria que hubiera dividido el Hemisferio Occidental.
Adolf Hitler encontró aceptable la propuesta japonesa y la aprobó en su totalidad, posiblemente porque no pensaba que Alemania se apropiara de cualquier territorio soviético más allá de los Montes Urales.