Los ajuares funerarios varían según sexo, oficio, poder adquisitivo y condición social del fallecido y abarcan un periodo cronológico bastante extenso; entre los inicios del siglo IV a. C. y los primeros años del siglo I a. C. Cuadrado sufragó gran parte de las intervenciones arqueológicas, tan solo las últimas campañas fueron sufragadas con dinero público, de ahí que gran parte de los materiales rescatados entre 1948 y 1984 fueran privados.
En el lugar donde se construyó existía desde finales del siglo XVII una casa de menor tamaño situada en la zona que da a la actual calle de González, propiedad de la familia Guillén; y otra que, en ese momento, estaba dividida en dos, perteneciente a los hermanos Valcárcel Melgarejo, Juan Diego y Fernando.
Embarcó para el Nuevo Mundo al año siguiente con dos criados y en Perú permaneció veintisiete años.
El principal quedaba reservado para los propietarios, que se asomaban al exterior por amplios balcones.
En este espacio se hallaban el comedor, al que se accedía por la puerta central del rellano de la escalera; los dormitorios y el gran salón de baile.
A la muerte del primer marqués, su hijo, José Antonio Llamas y Mena, amplió el palacio por el norte una vez que adquirió la parte de casa que pertenecía a los herederos de don Fernando Valcárcel.
Cada una de las salas está dedicada a un tema sociocultural del mundo ibérico.
[4] Esta sala introduce al visitante a la historiografía del yacimiento con fotografías de las primeras campañas arqueológicas, el plano de la necrópolis con sus 547 tumbas y documentos que recogen los 40 años del trabajo realizado por Cuadrado.
La principal actividad económica ibérica fue la agricultura, de la que resultan numerosos vestigios bien conservados.
La ganadería es otra actividad económica en el mundo íbero, estudiada en la sala cuarta.
Se exhibe un ajuar que pudo pertenecer a un curtidor, dado los utensilios empleados para tratar las pieles.
El más representativo es la Dama del Cigarralejo, que aparece entronizada y ricamente ataviada.
También son apreciables los adornos personales como pendientes o hebillas de cinturón que completan la vestimenta del guerrero.
Finalmente, hay fragmentos escultóricos que representan a équidos y una cabeza de guerrero.
Se expone el pie calado de un vaso, usado posiblemente para quemar perfumes.
[5][6] En abril de 2023 se inauguró una nueva exposición permanente sobre El Santuario del Cigarralejo.
Está parte completamente moderna cuenta, además de con las piezas arqueológicas originales con reproducciones que pueden tocarse para que los visitantes puedan vivir la historia, con modernos materiales audiovisuales, esculturas, mapas y maquetas.