En los períodos de lluvia intensa el arroyo Tercero del Sur se desbordaba y el centro urbano (marcado por la Catedral), y su arrabal sureño (los Altos de San Pedro) quedaban aislados, inhabilitando a sus habitantes a cumplir con los deberes administrativos, religiosos y educativos.
Las obras fueron continuadas por Juan Bautista Prímoli y Martin Schmidt, y fue finalmente Antonio Masella quien se encargó de la ejecución de la capilla que se encuentra dentro del claustro principal.
Durante casi 100 años la Orden mantiene la administración del Asilo Correccional bajo un régimen disciplinario, abogando por una regeneración espiritual y moral a través de prácticas del oficio piadoso.
Las detenidas accedían a educación primaria obligatoria y se las instruía en tareas asociadas a la feminidad como lavado, planchado, tejido, cocina y bordado, siempre limitado al orden de lo doméstico.
En la segunda mitad del siglo XX la sociedad atraviesa toda una serie de transformaciones que revolucionan la subjetividad femenina.
Estos cambios precipitaron también mayor presencia en las organizaciones sindicales, obreras y barriales.
Desde 1953, tal como lo muestran los datos disponibles en la serie de historias criminológicas y las estadísticas de la institución, comienzan a ingresar al Asilo Correccional algunas detenidas con mayor instrucción formal.
Entre sus figuras emblemáticas se encuentran Victoria Ocampo, escritora y directora de la revista Sur, encarcelada en 1953 por su activa oposición al gobierno de entonces, y otras mujeres que fueron alojadas allí por su actividad política, como Salvadora Medina Onrubia, Angélica Mendoza, Delia Parodi, Ana Macri y Alicia Eguren de Cooke, entre otras.
Desde 2021 las tareas del archivo y museo son asistidas por un Consejo Asesor Honorario.