Se reconoce fácilmente por la capa negra de cenizas que separan la pasta horizontalmente en el medio.
Se produce en las praderas altas del macizo del Jura, cuya diversa flora natural contribuye a la producción de leche y quesos de fuerte idiosincrasia y características particulares.
El proceso fue desarrollado cuando los granjeros aislados no podían hacerlo llegar al pueblo.
El manejo del rebaño se efectúa según los usos locales.
En la explotación, la superficie herbácea efectivamente utilizada debe ser como mínimo de una hectárea por vaca lechera.
La maduración del queso se prolonga como mínimo durante 45 días a partir del día de fabricación, y se realiza a una temperatura comprendida entre 7 y 15 °C.
La corteza se forma exclusivamente frotando la superficie con agua salada a la que pueden añadirse fermentos lácticos.
El interior presenta dos capas de pasta, separadas por una línea negra horizontal.
Se puede tomar en sándwich, en tabla de quesos, para desayunar, o fundido en raclette.