Las monedas pronto se extendieron a las polis (ciudades estado) independientes de Jonia en la costa egea, y desde allí al resto del mundo griego, el cual se extendía en aquella época desde el mar Negro hasta Sicilia y el sur de Italia.
Los expertos aún debaten si incluir al período bizantino como parte de la historia griega o romana, incluyendo todo su arte, y también sus monedas.El periodo arcaico se extiende desde la introducción de la moneda en el mundo griego sobre el 600 a. C. hasta las guerras médicas sobre el 480 a. C. El periodo clásico comenzó al terminar el arcaico y terminó con las conquistas de Alejandro Magno sobre el 330 a. C., en que empezó el periodo helenístico, llegando hasta la absorción romana del mundo griego en el siglo I a. C. Las ciudades griegas continuaron acuñando moneda durante varios siglos más bajo gobierno romano: son las llamadas monedas provinciales romanas.
y las de bronce aparecen a finales del siglo V a. C.[1] El metal debe ser refinado para lograr la fineza requerida.
Muchas piezas tienen pequeños defectos (clavos de fundición mal limados, púas en el borde, cuentas) que permiten identificar la técnica utilizada para producir los cospeles.
La acuñación se hace por medio de matrices grabadas en huecos, los troqueles, que llevan los tipos (motivos) monetales.
[6] Pocos troqueles se han conservado ya que eran destruidos después de su uso para evitar la falsificación, o regrabados para su reutilización.
Las ciudades retoman su episema (signo distintivo): la lechuza para Atenas, la manzana (mēlos en griego) para la isla de Milos, Pegaso para Corinto, la espiga de trigo para Metaponto, la tortuga para Egina, etc. Originalmente, solo se grabó el troquel del anverso (dormido).
[4] Los sellos, en cambio, se imprimen con un solo punzón; los motivos varían desde formas simples (media luna, cruz) hasta elementos decorativos elaborados (trisqueles, cabezas humanas, etc.).
En segundo lugar el proceso de golpeo real requería fuerza y precisión, especialmente porque un solo golpe no siempre era suficiente para obtener una buena impresión.
El periodo helenístico se caracterizó por la extensión de la cultura griega a gran parte del mundo conocido.
Puesto que dichos reinos eran más grandes y ricos que las ciudades estado griegas del periodo clásico, sus monedas eran fabricadas en grandes cantidades, de mayor tamaño y más frecuentemente de oro.
Aun así algunas monedas greco-bactrianas, y aquellas que les sucedieron en la India, las indo-griegas, están consideradas los más bellos ejemplos del arte numismático griego, con «una bonita mezcla de realismo e idealización», incluyendo las grandísimas monedas acuñadas en el mundo helenístico: la moneda más grande de oro fue acuñada por Eucrátides I (que reinó del 171–145 a. C.) y la más grande de plata por el rey indo-griego Amintas (que reinó de c. 95–90 a. C.).
El emperador romano Constantino I trasladó la capitalidad del imperio Romano de Roma a Constantinopla, se creó una nueva moneda, llamada sólido o bezante, en reemplazo del áureo, para tratar de equilibrar la economía imperial, cosa que se logró.
El sólido bizantino se mantuvo estable a pesar de la inestabilidad política del Oriente cristiano.
Fue la moneda de prestigio en Europa Occidental hasta el siglo IX y en Oriente se mantuvo hasta el siglo XI, siendo detenida su producción después de una prolongada devaluación por el emperador Alejo I Commeno.
La calidad de las monedas decayó con el Imperio Romano de Oriente, especialmente con el hyperpyron, debido a la crisis que experimentó el imperio en esa época (invasiones Mongola y Turca) Las mejores monedas griegas son escasas.