Al instaurarse la Segunda República fue relevado de la dirección técnica y sustituido por el arquitecto Sánchez Arcas.
Pero tras la Guerra Civil, junto a Pedro Muguruza, volvió a hacerse cargo de las obras, que hubo que reconstruir prácticamente en su totalidad ya que la zona estuvo durante toda la guerra en la línea de frente.
[3] Su actividad profesional se inició en una época en la que la arquitectura española se debatía entre un vago eclecticismo con influencia francesa y la búsqueda de un estilo nacional más o menos enraizado en las tradiciones regionales.
Sirven de ejemplo, no sólo los edificios de la Ciudad Universitaria levantados bajo su dirección, sino también la serie de edificios oficiales y particulares, entre los que destacan el Monumento a las Cortes de Cádiz, los hoteles Gran Vía y Nacional de Madrid, el edificio neomudéjar del Colegio Nuestra Señora del Recuerdo, el Hotel Cristina de Sevilla, el Gran Hotel de Salamanca, el edificio La Unión y el Fénix Español (1931) y los Almacenes Rodríguez en Madrid, y el Colegio de España en la Ciudad Universitaria de París.
Llevado de una imperiosa vocación docente y de un gran amor a la profesión, imprimió nuevos rumbos a la enseñanza, adelantándose en muchos aspectos a su tiempo, con criterio abierto a todas las ideas y virtud para saber inculcar en sus alumnos espíritu de análisis y un sano equilibrio entre la técnica y las humanidades.