Mit brennender Sorge

A diferencia de otras encíclicas llamadas por las primeras palabras en latín, esta recibe el nombre de las primeras palabras en la lengua en que fue originalmente publicada, el alemán.

También a través del nuncio se hicieron llegar esas protestas desde la Santa Sede.

la Iglesia es única para todos los pueblos y tiempos; verdaderamente tiene un componente humano, pero también, y principalmente, un principio divino; no es un obstáculo para el desarrollo de los pueblos sino al contrario, un fundamento firme de ese desarrollo.

El Papa pide al episcopado alemán una cuidadosa vigilancia para impedir que los conceptos religiosos fundamentales sean adulterados y vaciados de su auténtico significado.

La moral natural y revelada es la mejor escuela del carácter; ni la coerción del Estado, ni ningún ideal puramente terreno pueden sustituir a los estímulos que proceden de la fe.

Si el Estado obliga al joven católico a una asociación excluyente, debe exigir el respeto de sus obligaciones como creyente sin que esto suponga un estorbo para ser un buen patriota; nada le impide cantar himnos de libertad, pero sin olvidar que no hay más libertad que la libertad interior del espíritu.

El Papa muestra su especial gratitud ante la solicitud y paciencia apostólica que ellos están mostrando en esta situación.

La encíclica concluye con la seguridad de que sus enseñanzas hallarán eco en todos los fieles, y exhorta especialmente a los padres a ejercer sus derechos y deberes en la educación de sus hijos.

Al día siguiente el Völkischer Beobachter, órgano oficial del Partido Nazi, publicó una primera réplica a la encíclica; pero, sorprendentemente, fue también la última.

Vista de una de las páginas de la encíclica (1937)