De carácter belicoso, tuvo numerosos conflictos con autoridades civiles y eclesiásticas.
En 1041 se autotituló príncipe de Olérdola, por lo que entró en conflicto con el conde Ramón Berenguer I.
Sin embargo, el conflicto se resolvió con una sentencia arbitral dictada por el obispo de Vic, Oliba, en 1044.
Parece que también les atió a no pagar las parías al conde.
Hechas las paces con el conde de Barcelona Ramon Berenguer I, en 1060 inició una campaña reconquistadora en tierras del Ebro.