Este último es similar al relato de Giovanni Villani en su Nuova Chronica.Entonces, peregrinó a Roma para rezar sobre la tumba de San Pedro y ahuyentar sus dudas.Recorriendo la Vía Cassia se detuvo a pernoctar en Bolsena, donde nuevamente le asaltaron las dudas de la fe.El acontecimiento fue inmortalizado por Rafael Sanzio, en 1512, en el fresco «La misa de Bolsena» y recordado en una inscripción epigráfica en el lugar del milagro.[6] Pedro de Praga se dirigió inmediatamente al papa Urbano IV, que estaba en Orvieto, para narrarle lo sucedido.El altar donde habría ocurrido el prodigio fue acondicionado en la primera mitad del siglo XVI.Los resultados fueron sorprendentes puesto que echaban por tierra las hipótesis anteriores ya que se evidenció la presencia en todas las secciones del corporal de depósitos biológicos constituidos por sangre del tipo AB, plasma y suero por separado.