Estuvo incluso preso por estos y otros cargos, habiendo escapado de la prisión en la que se encontraba.
John L. Stephens, explorador arqueológico, lo menciona en su libro Incidentes de viaje en Yucatán y narra acerca del vínculo que se dio entre Molas y los hermanos Lafitte.
Regresó después a tierra firme instalándose en el rancho Tancah que fue su refugio final.
Su cadáver quedó en el camino y el indígena que lo acompañaba llegó hasta su rancho para dar aviso a la familia.
Los hijos intentaron recuperar sus despojos, pero al trasladarlo por agua en una canoa, naufragaron como consecuencia de una tormenta, perdiéndose el cuerpo de Molas en las aguas del Caribe mexicano.