Como militar luchó contra los franceses en 1795 y participó a su lado en la Guerra de la Independencia.
En 1799 hace frente al alzamiento independentista conocido como la rebelión de los machetes que lideraba Pedro Portilla.
La construcción de espacios públicos, conformados por parques y plazas muy limpias, debía ser completado por una cierta apariencia social.
En la Nueva España no se llevó a cabo como era habitual en Europa.
Las matanzas acabaron con la llegada del nuevo virrey, Félix Berenguer de Marquina, que ordenó suspenderlas en 1801.
Para enfrentar la situación, el virrey expidió dos decretos: uno prohibiendo la circulación de coches por las calles y plazas en tanto no se llevara a cabo el segundo: censar edificios afectados para reparar o demoler lo que fuera necesario.
De ahí salió, junto con su esposa, Ana María Huarte, para su coronación en 1822.
[2] En 1800 Azanza regresa a la metrópoli, donde desempeña cargos relevantes en el gobierno de la nación.
José I le nombró Duque de Santa Fe.
Según Galo Sánchez Casado y otros autores, fue el primer Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del grado 33 para España del rito masónico denominado Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que había sido constituido por el conde de Grasse-Tilly el 4 de julio de 1811.