Todo esto lo llevó a tomar la determinación de huir del establecimiento.
[4] Miguel Ángel logra regresar con Emelina, pero es colocado en el Hogar Bethel pudiendo cursar junto a otros internos el 5° año básico en la Escuela Pública N° 176 de Macul, cuya directora, Julia Díaz, le toma cariño tratando sin éxito de colocarlo en un hogar de las Aldeas Infantiles SOS, razón por la cual debe llevarlo al Hogar Galvarino ubicado cerca del centro de Santiago.
La Juez de Menores Blanca Torres le confía el cuidado del menor, lo cual pudo concretizarse solo por algún tiempo, por lo que Emelina nuevamente debió hacerse cargo de Miguel.
Pensando que había abandonado el Hogar por mala conducta, lo coloca bajo la tuición del Juzgado de menores y regresa al Hogar Galvarino donde pasa meses de malos tratos hasta ser reubicado en otro establecimiento denominado Realidad.
[5] Pasada la convalecencia, le quitan el yeso juzgando ya había completado la rehabilitación.
Sin embargo, Miguel Ángel queda con dolores a la columna que lo acompañarán de por vida.
Cansado por los malos tratos recibidos le informa que las vacaciones son por un mes al cabo de los cuales ella le indica a él que debe regresar a la Aldea de Hermanos, donde se había notificado su desaparición al 6° Juzgado de menores y lo busca un detective.
Lo anterior lo deja sin rumbo fijo, pasa brevemente por el Hogar Bethel y cansado se presenta a una comisaría desde donde es derivado al 6° Juzgado de menores.
Además, el propio joven contaba con un diario de vida donde ponía por escrito sus vivencias.
Por la capacidad del vehículo se realiza un sorteo para elegir a seis internos que podrían asistir.
Asombrado por esta insólita visión huye, pero es detenido por una voz femenina que lo llama por su nombre y contempla de pie sobre el arbusto una hermosa joven vestida de blanco, con un manto azul sobre los hombros y un rosario en la cintura.
Manda al muchacho decir a sus compañeros que boten la droga -uno obedeció solo por unos instantes-, tras lo cual la joven sostiene un breve diálogo con Miguel invitándolo a regresar al día siguiente.
En ocasiones abría la boca y recibía místicamente la comunión que en algunas oportunidades se hizo visible.
Tanto la comisión eclesiástica como la enviada por la CNI actuaron con total desconfianza una de la otra.
Tres días después, el sacerdote recibe una amenaza de muerte si decía que la aparición era falsa.
Se acusa que dichos expertos concurrieron en escasas oportunidades al Cerro y su estudio habría estado basado en reafirmar las premisas de la investigación anterior.
En 1994, Monseñor Jorge Medina Estévez, sucesor de Valenzuela como Obispo de Valparaíso, realizó una discreta visita al lugar considerando que allí acudían fieles a orar y manifestar su devoción a la Virgen María.
Ante la solicitud de algunos devotos que pudieran oficiarse misas, realizó una consulta al Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto era entonces el Cardenal Joseph Ratzinger, más tarde Benedicto XVI, quién concedió la autorización recomendando que el sacerdote designado no se pronuncie sobre las apariciones.
Su presencia fue notada por El Padre Jaime Fernández Montero, quien asistió solamente a una aparición notó su presencia, sumado a que recibió una amenaza de muerte en caso de declarar que la aparición era falsa.
Acusó la presencia de una camioneta sin patente que traía los parlantes para la amplificación.
Pese al retorno a la democracia en Chile en 1990, el Padre Jaime Fernández falleció en 2016 sin revelar tales nombres.
Una comprometida devota tuvo la idea de llevar al Cerro una gran torta adornada con flores, coronada por una vela en honor a la Virgen.
Particularmente muchos clérigos católicos consideraron ofensivas las palabras de Poblete contra la jerarquía eclesiástica chilena.
Luego retornó al país con un evidente cambio físico, causando impacto y desconcierto entre los creyentes.
Eran los primeros cuatro años de transición y aún estaba en vigencia una ley que impedía que Miguel Ángel usara vestimentas femeninas más acordes a su nueva identidad, pues era considerado un delito llamado “travestismo”.
Para no ser arrestado y poder usar ropa de mujer, Miguel debía cambiar todos sus registros públicos, por esa razón, no le quedó más remedio que demostrar que siempre había sido una mujer y que al nacer había sido mal catalogado.
Para ello, Miguel exhibía dudosos exámenes médicos que probaban su identidad femenina.
A pesar de estas evidentes modificaciones físicas, Poblete negó cualquier intervención quirúrgica o alteración en su vida asegurando que "había nacido mujer".
Esta entidad no tiene ningún vínculo con los fieles que hasta el presente continúan asistiendo al Monte Carmelo de Peñablanca desde distintos lugares del país, incluso del extranjero y siguen difundiendo los hechos sobrenaturales acaecidos los años 1983 a 1988.