Suele traducirse como reencarnación, aunque ambos términos se refieren, sin embargo, a cosas distintas.
Este dice que, en primer lugar, todos los hombres, dependiendo de su vida terrenal, tienen un premio o un castigo ultraterrenal.
Este castigo, sin embargo, no puede ser eterno, pues toma como punto de partida el que las almas sean limitadas.
[3] Se justificaría, de esta forma, el parecido que hay entre padre e hijo, por ejemplo.
Esta confusión no es nueva y se puede rastrear en distintos textos filosóficos posteriores al Renacimiento, particularmente en Descartes.
Cabe destacar la alta adhesión que han alcanzado creencias como la reencarnación, fundada en este tipo de confusiones.