[1] Sin embargo, su característica más distintiva son los aproximadamente 1450 metros cuadrados de espacio, entre paredes y techo, cubiertos con murales.Al igual que su predecesor, el mercado Abelardo L. Rodríguez estaba destinado a ser el prototipo para un nuevo y más moderno mercado popular, en primer lugar por su gran tamaño, y en segundo, por una serie de servicios adicionales que se ofrecían dentro del edificio, tales como guarderías, centros juveniles y bibliotecas.[1][2] Seis de los diez pintores involucrados en el proyecto eran mexicanos, tres estadounidenses y uno japonés, que trabajaron para «acercar el arte al pueblo», y recibieron 13,50 pesos mexicanos (3,75 dólares estadounidenses aproximadamente en esas fechas) por cada metro cuadrado pintado.Los murales se encuentran en las entradas principales, vestíbulos, patios y pasillos del mercado.[2] Esta obra mural rápidamente dio relevancia al mercado y la zona circundante.[1] Desde el momento en los murales fueron pintados en la década de 1930 hasta el 2009, no existió ningún esfuerzo organizado por las autoridades para su conservación.Esto es principalmente porque estas obras se realizaron en el techo y parte superior de las altas paredes.[2] En 1998, los comerciantes del mercado se unieron para crear una organización para restaurar los murales y lograr que el mercado fuera incluido en las distintas promociones turísticas del gobierno de la ciudad.Hasta 2008, los esfuerzos de los comerciantes habían consistido sobre todo en no dejar que los niños jugaran a la pelota contra los murales y no apoyar mercancías u otros materiales sobre ellos.[2] Otros problemas para el mercado incluyen el gran número de vagos y vendedores informales que están en las calles fuera del mercado y que casi bloquean el paso a través de las cuatro entradas principales y que bloquean el acceso a los murales con su mercancía.