Esto permite al niño diferenciar cada vez mejor las emociones, entenderlas y controlarlas, así como dirigir su propia atención.
El concepto incluye la capacidad de suponer en otras personas, como también en sí mismo, deseos, pensamientos y convencimientos, es decir, procesos mentales, psíquicos, que subyacen a los actos.
No es aquí lo crucial si acaso los supuestos estados mentales (psíquicos) están en realidad presentes de esa manera.
El filósofo Daniel Dennett veía en esta capacidad un enorme logro adaptativo en términos de la evolución.
Fonagy y Target sobre todo destacan la capacidad de interpretar estados psíquicos como un desarrollo social significativo del ser humano.
Las reacciones emocionales negativas frente a las acciones de otros no pueden ser atribuidas al estado mental del otro.
Así por ejemplo, está en condiciones de comprender los actos que se refieren a su propio pasado.
Bowlby denomina inner working models, es decir «modelos de trabajo interno» a estos efectos psíquicos.
Para explicar el surgimiento de estas funciones psíquicas complejas Fonagy y Target recurren a la investigación empírica del lactante.
[5] Algunos psicólogos del desarrollo postulan que en el primer año de vida, los lactantes experimentan sus propios afectos y emociones como estados positivos o negativos pero sin poder clasificarlos realmente.
No pueden clasificar de manera consciente los estados corporales que acompañan típicamente a las diferentes emociones.
Los investigadores creen que esta habilidad es un requisito básico para poder reconocer los propios estados mentales como tales.
Los padres suelen mostrar una respuesta que la mayor parte de las veces es exagerada y fuertemente acentuada.
Muestran una expresión facial afectiva similar, pero exagerada (marcada) y emiten los sonidos que corresponden a ello.
De ahí concluyen Gergely y Watson que también desarrollan una disposición para percibir estas similitudes en sus padres o incluso esperarlas.
A través de ellas el estado afectivo del niño parece debilitarse o reforzarse correspondientemente.
Posee, sin embargo, tanta semejanza que el lactante puede establecer la conexión entre la expresión propia del afecto y la de sus padres.
En el devenir ulterior del desarrollo es posible que la psique o la mente misma puedan pasar a ser objeto de la reflexión.
También este proceso, descrito por Bion conlleva el efecto de que en la psique del niño puedan simbolizarse los afectos.
Es así como comprenden, por ejemplo, que indicar hacia un objeto puede hacer dirigir la atención sobre el mismo.
Aquí ellos representan tanto la realidad, como también pueden paralelamente y mentalizando tomar en serio o no las ideas infantiles.
Fonagy ve como una base importante para el desarrollo de un estilo de apego seguro el que la madre pueda asumir una postura intencional frente a un lactante aún no intencional, es decir que ella le suponga una actuar con propósito aunque eso aún no esté desarrollado en absoluto.
En este contexto, las personas con apego más inseguro o desorganizado reaccionan a los encuentros sociales con un Arousalelevado.
Así, le refleja al niño su sentimiento propio o no puede siquiera reaccionar de manera adecuada.
Un comportamiento tal en la interacción conduce entonces a que no se pueda construir una distancia reguladora hacia los afectos propios.
En particular, el maltrato infantil casi no admite el juego, debido a que en tal ambiente cada movimiento del adulto puede tener consecuencias serias y, en concordancia con ello, siempre tiene que ser tomado en serio.
Además la incapacidad para regular los propios afectos puede transmitirse a través de varias generaciones, sobre esto existen indicios en la investigación del apego.
Esto le permite al niño retirar la atención de las actuaciones concretas del contacto interpersonal.
Un apego inseguro, desorganizado, va acompañado muy frecuentemente de problemas conductuales como autolesiones y autoagresiones, comportamiento agresivo o violento.
Martin Dornes critica algunos puntos[3] señalando que esta teoría se aplica principalmente a los trastornos severos de personalidad y tiene menor vigencia para las neurosis.