Podría ser de origen árabe del término melic o malik, que se podría traducir libremente como «el señor, el amo», y referirse a la zona como las tierras del amo, si bien hay algunos autores que le dan origen latino del nombre de varón Malcus o Marcus, es decir Malco o Marcos al castellanizarse.
Para empezar, a Melque no se le añadió «de Cercos» hasta el siglo XVIII.
Hay que observar que a los pueblos históricamente sólo se les apellidaba en contados casos: A Melque se le añade «de Cercos» fuera de todos estos supuestos y es una excepción, como otros lugares que como signo de autonomía se apellidaron con ríos, características del suelo (Aldeanueva del Codonal) y otras indicaciones geográficas.
Si en lo civil Melque no tuvo anejos a lo largo de su historia, es en lo eclesiástico donde se da el caso contrario.
Es un edificio del siglo XVIII, sin apenas interés artístico, de una sola nave cubierta con cielo raso, cuyo presbiterio de planta cuadrada se aboveda con arista.
El edificio fue restaurado por los propios vecinos a finales del siglo XX.
En su interior destaca la pila bautismal de piedra, tallada con flores de ocho pétalos; el cuadro Llanto sobre Cristo Muerto y el retablo barroco del altar mayor, con cinco cuadros que rodean la estatua del patrono.
En el siglo XVII fue reformada para incluir un cuerpo barroco, que permanece inconcluso.
Es de planta rectangular y está situada a unos 800 m al oeste del núcleo.
A la estropeada talla, cuyo cuerpo conserva hechuras románicas que ocultan los ropajes, se le añadió en época barroca el busto; eso sí, la Virgen posee un rostro de angelical belleza.
Los vecinos del municipio siempre han sabido utilizar muy bien lo que la naturaleza les ha brindado.
El barro característico del entorno ha servido durante años para elaborar sus conocidas tejas árabes típicas en amplias zonas de las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila.
Además durante todo el año, sobre todo en fechas festivas del calendario o puentes laborales, se celebran encuentros entre cuadrillas y celebraciones en las bodegas o en merenderos, que animan y dinamizan la vida del pueblo, junto a las actividades que propone la Asociación cultural la Pelencha, formada por vecinos e hijos del pueblo.