Masculino genérico
Sin embargo, es discutida entre gramáticos la naturaleza referencial del género gramatical en aquellas palabras que denotan seres animados.[6][7] No obstante, gramáticos como Ignacio Roca han propuesto, contra la postura anterior, un análisis alternativo.En cambio, religioso no posee restricción semántica de [–Hembra], lo que lo habilita a admitir tal especificación.Menciona:Estas diferencias ponen de manifiesto que el uso del masculino como término no marcado en la oposición léxica hombres/mujeres no está determinado únicamente por factores gramaticales, sino especialmente por las condiciones contextuales o temáticas que favorecen la referencia a la especie humana.[13] Este uso pronto se generalizó hasta quedar completamente asentado en el habla común.Según propuso el filólogo Karl Brugmann,[15] se tomó de la antigua palabra *gwenā (‘mujer’) la *-ā final y se utilizó como marca para todas aquellas palabras que designaran mujeres o animales hembras.De esta forma, ya en latín se consiguieron voces como filia (‘hija’) o, también, avia (‘abuela’) proveniente del antiguo *avos.[16] Esto fue lo que le brindó al masculino la capacidad de tener una función inclusiva o genérica, ya que no nació como unidad excluyente, sino como consecuencia de la naturaleza marcada del femenino.Así, lo que no designara exclusivamente lo femenino sería representado de forma automática por el masculino.