Martín Adán

Fueron sus profesores Luis Alberto Sánchez y Emilio Huidobro quienes influyeron mucho en su vocación por las letras, que compartió con sus compañeros de clase Emilio Adolfo Westphalen, Estuardo Núñez y Xavier Abril.A medida que pasó el tiempo, vivió con creciente estrechez económica y sufriendo de un fuerte alcoholismo.Se sabe que el apellido original de la familia era Fuentes, y que el cambio a De la Fuente debió ocurrir a principios del siglo XIX.Este fue médico y tuvo cuatro hijos, entre ellos la limeña Rosa Mercedes Benavides Herrera, quien se casó con Santiago de la Fuente Santolalla, con quien tuvo dos hijos: Ramón Rafael (Martín Adán) y César Augusto.Este último fue muy reverenciado por Adán y tuvo una gran influencia en su formación poética.En 1927, tras terminar el colegio, comenzó a colaborar en la revista Amauta, de José Carlos Mariátegui.Obviamente esto provocó que Martín Adán suspendiera sus estudios durante ese periodo, pero luego los continuó, optando por el título de doctor con la tesis De lo barroco en el Perú, presentada en 1938.De esa etapa data una obra poética, la elegía Aloysius Acker, la cual destruiría hacia 1934, conservándose solo fragmentos recuperados por Ricardo Silva Santistevan.[7]​ Su vida estuvo marcada por desaforado etilismo que lo obligó en varias ocasiones al internamiento voluntario en hospitales psiquiátricos, desde donde escribió poemas en los que el peso existencial va acusando la eterna búsqueda traumática de un yo inencontrable.El poeta mismo se internaba para desintoxicarse de su alcoholismo, pero tenía un régimen libre y solía hacer salidas; en reiteradas ocasiones regresaba con graves recaídas y a veces era hasta llevado por la policía.[11]​En 1946 obtuvo el Premio Fomento a la Cultura, por su poemario Travesía de Extramares (Sonetos a Chopin), donde reunió varios sonetos, es decir, composiciones ceñidas al molde clásico, que tratan la vida del creador artístico como una travesía marítima.Luego publicó: La mano desasida, canto a Machu Picchu (1964) y La piedra absoluta (1966), todas ellas en verso libre.Esto fue revelado muchos años después por el fisioterapeuta personal del poeta, José Santa Cruz, en una entrevista que concedió al diario peruano La República, publicada el 24 de enero de 2016.Sin embargo, existe otra versión del mismo escritor, quien aduce haber creado el seudónimo en 1925 para ingresar al círculo de Eguren, es decir, dos años antes de empezar a colaborar con la revista Amauta, por lo que no sería exacto que Mariátegui hubiera intervenido en el asunto.[3]​ El mismo Martín Adán nunca quiso abundar en detalles sobre el tema, y en cierta ocasión, ante la pregunta sobre el origen de su seudónimo, contestó «¿a quién le importa o qué importancia tiene?» En el Perú durante los primeras décadas de 1900 aparecieron varios escritores: César Moro (1903), Enrique Peña Barrenechea (1904), Xavier Abril (1905), Carlos Oquendo de Amat (1905), Luis Valle Goicochea (1911), Emilio Adolfo Westphalen (1911), Manuel Moreno Jimeno (1913).En el ámbito de esta nueva generación, abanderada por José Carlos Mariátegui y César Vallejo, la rareza de Martín Adán comenzaba a alimentar la leyenda que lo convertiría en el poeta maldito, iluminado o místico que se forjó entre soledades y largos silencios.Por eso, los vanguardistas lo atacaron con violencia y propusieron otras formas de expresión, nuevas e insólitas.Se caracterizan por: rendir culto a la novedad y la sorpresa, renovar completamente la metáfora, destruir las reglas de la gramática, utilizar un verso absolutamente libre, transmitir sensaciones no un argumento e introducir en sus poemas elementos de los tiempos modernos.Sin embargo, a partir de los años treinta, la poesía de Adán cierra la ventana al mundo exterior y clausura lo social para forjar un hermetismo que penetra hacia dentro, conduciendo su creación hacia esa trascendencia existencial en la que La mano desasida es sin duda el poema cardinal.Martín Adán en La casa de cartón inaugura la renovación estética, que acentúa en sus Antisonetos.Por su temática y estructura narrativa innovadora, esta novela puede considerarse precursora de las del Boom Latinoamericano.Es un trabajo que Adán presentó en 1938 como tesis para su doctorado en Letras por la Universidad de San Marcos.Adán los compuso mientras estaba en el hospital, y del mecanografiado se encargó su amigo Ricardo Arbulú.[13]​ Sin embargo, la dirección poética de Martín Adán en La mano desasida difería sustancialmente de la adoptada por Neruda: desde una visión ontológica, el peruano no se propuso convocar al hombre desvalido para redimirle, sino convocarse a sí mismo, con sus dudas y sus certezas, a través de la invocación a la piedra: «¿Qué palabra simple y precisa inventaré para hablarte Mi Piedra?», se pregunta.Con esta invocación, Machu Picchu se convierte en símbolo principal del soliloquio del poeta, y en el gran escenario desde donde Martín Adán proyecta una espiral de preguntas y contradicciones sobre la muerte, la Creación, Dios, o el propio yo identificado con las ruinas.
"Amor es como luz" (frase de Martín Adán en el Parque del Amor de Lima )