Entre aquellos que ostentaron el título se distinguieron especialmente los III, IV y V marqueses de Valdespina, que a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX fueron figuras destacadas del carlismo vasco.
En 1733 fue nombrado Inquisidor General y finalizó su carrera político-religiosa como Nuncio Apostólico.
[1] De esta forma el arzobispo Orbe logró transmitir a su familia el prestigio y posición social que había obtenido a lo largo de su vida.
El arzobispo Orbe mandó construir el palacio de Valde-Espina en su localidad natal Ermua, que se convertiría en casa solariega de los marqueses.
Este palacio es actualmente sede del Ayuntamiento de Ermua.