El gobierno liberal le desterró por su vinculación con los realistas.
Fue representante del señorío de Vizcaya en las Cortes en varias ocasiones.
A la muerte de Fernando VII siguió la causa del pretendiente Carlos V, a quien proclamó en la diputación de Vizcaya.
Cuando don Carlos llegó a España tras su huida a Portugal y posterior viaje a Inglaterra, le nombró brigadier de infantería y miembro de la Junta Consultiva.
Contrario a la firma del Convenio de Vergara, participó en intrigas en favor de la continuación de la guerra y se vio obligado a exiliarse en Francia, donde falleció en 1850.