[3] Era la mayor de nueve hermanos, entre los que se encontraban los pintores Rafael Bordalo Pinheiro y Columbano Bordalo Pinheiro, con quienes mantuvo una relación muy cercana hasta su muerte, habiendo sido su discípula y modelo en varias de sus obras, como en el cuadro A Luva Cinzenta.
[8][9][10] También en la decoración, sus bordados y encajes de bolillos llamaron la atención del público, por su maestría y calidad artística, llegando incluso a crear un nuevo bordado para encajes que se conoció como el punto portugués.
Sus nuevos diseños posibilitaron la producción de piezas a medida por separado unas de otras, lo que permitió colocar el encaje en diversos objetos como abanicos y paraguas, el hilo utilizado se volvió más fino y de mejor calidad, se mejoró la calificación profesional de las encajeras e inventó un nuevo bordado, conocido como el punto portugués.
[32] En 1889, decidió por voluntad propia dejar la escuela y regresar a Lisboa.
Reconocida por su trabajo en Peniche, a pedido de la reina Amélia de Orleans, Maria Augusta Bordalo Pinheiro fundó un taller de encaje y taller en la Rua António Maria Cardoso donde enseñó el arte del encaje de bolillos a varias estudiantes, produciendo varias piezas basadas en los diseños que ella misma creaba, como diademas, encajes anchos o estrechos, pañuelos, abanicos y sombrillas.
[35][36] A su vez, tras su muerte, el escritor Júlio Dantas escribió una nota de pesar, donde compara sus ingresos con las «joyas blancas».