Ya siendo monja carmelita su disciplina religiosa y sencillez la llevaron a ser considerada santa por las autoridades eclesiásticas de su época; el proceso para su beatificación se reinició a principios del siglo xxi.
María Teresa aún siendo una niña dedicó largos ratos a la Oración y participaba en la Eucaristía diaria.
Durante esos años experimentó la mayor parte de los fenómenos místicos que caracterizan su vida.
La autoridad eclesiástica aún no se ha pronunciado sobre el espíritu de la madre María Teresa.
A partir del año 2004, se comenzaron las investigaciones para retomar el proceso de beatificación.
Los documentos conservados por los familiares de la carmelita constituían un dossier completo para introducir la causa.