[3] Marcó la moda de su época y al final de su vida abandonó la farándula y la fama para convertirse en una beata arrepentida, gesto que aumentó la admiración que el pueblo de Madrid ya tenía por ella.
[4] Hija de Bernardo Vallejo y María Manuela Fernández, abandonó el hogar familiar para dedicarse al mundo del espectáculo y en 1776 se trasladó a Madrid.
María Antonia no tuvo ningún pudor en 'colgarle el muerto' (como único culpable) al compositor, el maestro Esteve, que fue a dar con sus huesos en la cárcel del reino.
María Antonia, ejemplo no solo en el vestir -le gustaba disfrazarse tanto como travestirse-, llegó a imponer e inmortalizar, asociado a su apodo, un peinado en forma de moño, ornamentado con cintas de colores brillantes; o también, llevando el pelo muy rizado y suelto sobre la espalda sujeto apenas por una lazada o escarapela.
[10] Partiendo de la zarzuela que le dedicaron Luis Fernández Ardavín y el maestro Moreno Torroba en el año 1942, en 1951, el realizador español Arturo Ruiz Castillo llevó al cine la vida de «La Caramba» con el título de María Antonia, «La Caramba» y un cuadro de actores en el que, además de Antoñita Colomé como protagonista, estaban los grandes galanes del momento Alfredo Mayo, Guillermo Marín, Francisco Rabal, Manuel Dicenta, y atractivas segundas damas de la talla de Mary Lamar, María Dolores Pradera y Julia Caba Alba.