Ahí Manuel Nahuat se desempeñó como ventrílocuo de la Cruz Parlante, haciendo hablar a esta y pronunciando las arengas que motivaban a sus seguidores para mantenerse en la lucha armada y en la insurrección que alimentó la mencionada guerra.
[3] Barrera hizo propagar la historia de que las cruces habían bajado del cielo precisamente para congregar a los combatientes en el lugar y para guiarlos en su lucha.
José María Barrera logra huir hacia el norte pero Manuel Nahuat perece en el combate, no sin antes batirse a machetazos con un capitán del ejército oficial llamado José Antonio Carrillo quien a su vez logra apenas salvar la vida.
[1] Al desocupar días después la plaza los del ejército gubernamental creyendo que esa había sido la batalla final de la guerra, se reorganizó la población indígena y se restableció el culto a la Cruz Parlante.
Manuel Nahuat es sustituido como intérprete por Juan de la Cruz Puc y los mensajes divinos comienzan a llegar a la población rebelde por escrito, mediante cartas muy bien preparadas por el nuevo mensajero que son leídas en la plaza pública y que imprimen una nueva dinámica y un nuevo impulso a la lucha de los rebeldes mayas.